Por Teletica.com Redacción 7 de octubre de 2025, 12:23 PM

El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una de las alteraciones hormonales más comunes entre las mujeres en edad reproductiva. Se estima que una de cada 10 mujeres vive con esta condición. Según datos presentados en un simposio realizado en Estados Unidos en 2022, el 50% de las mujeres con SOP aún no ha sido diagnosticado, lo que refleja un importante reto en materia de salud femenina.

El SOP es un trastorno hormonal de origen multifactorial, que puede tener un componente genético y suele estar vinculado con problemas de fertilidad. Además, incrementa el riesgo de desarrollar prediabetes, cáncer de ovario y cáncer de endometrio, así como niveles más altos de ansiedad y depresión.

Entre los síntomas más frecuentes destacan la caída del cabello en la parte frontal de la cabeza, el crecimiento de vello en zonas poco habituales en las mujeres, acné persistente y la dificultad para bajar de peso.

Aunque no todas las mujeres con SOP presentan resistencia a la insulina, los estudios señalan que entre 80% y 85% de quienes tienen sobrepeso sí la desarrollan, lo que complica el control metabólico y el manejo del peso corporal.

Diversos suplementos nutricionales pueden ser aliados en el tratamiento integral del síndrome. El ácido alfa lipoico, por ejemplo, mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a regular la glucosa en sangre; se recomienda una dosis de entre 500 y 1.000 miligramos al día, preferiblemente dividida antes de las comidas.

El picolinato de cromo también favorece la sensibilidad a la insulina y contribuye a reducir el acné. Por su parte, la vitamina D resulta esencial, ya que muchas mujeres con SOP presentan deficiencia de este nutriente, lo cual agrava los síntomas dermatológicos y hormonales.

El omega-3, con su efecto antiinflamatorio, y el zinc, un potente antioxidante que regula la producción hormonal, completan una combinación beneficiosa para mejorar el equilibrio endocrino y reducir la inflamación.

El Síndrome de Ovario Poliquístico va mucho más allá de un problema de fertilidad: afecta la salud física, emocional y metabólica de millones de mujeres. La detección temprana, junto con un tratamiento médico adecuado y un acompañamiento nutricional y emocional, puede marcar la diferencia para mejorar su calidad de vida y prevenir complicaciones a largo plazo.

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