Por Mariana Valladares |18 de junio de 2025, 15:40 PM

La influencer costarricense Libni “Mimi” Ortiz vivió una de las etapas más intensas y transformadoras de su vida hace dos años. Su camino hacia la maternidad estuvo marcado por pruebas físicas, emocionales y espirituales. Desde complicaciones para concebir hasta una peligrosa infección postoperatoria que la llevó al borde de la muerte, hoy abraza con gratitud su vida, su salud y su rol como mamá.

En palabras de la modelo, “Jay fue un bebé muy deseado”. Ortiz y su pareja de ese momento decidieron ser padres después de más de una década de relación. Aunque ella había dejado los anticonceptivos un año antes, al visitar al ginecólogo le informaron que no estaba ovulando. 

Los exámenes sugerían posibles diagnósticos como endometriosis. Sin embargo, justo antes de comenzar con una batería de pruebas médicas, “Mimi” descubrió que estaba embarazada.

“No te puedo explicar la cantidad de exámenes que me mandaron. Yo pensaba que embarazarse era facilísimo. Cuando la doctora me explicó lo detallado que tiene que estar todo, desde vitaminas hasta hormonas y hasta cómo está la Luna, me di cuenta de que quedar embarazada es un milagro. 

"Yo estaba esperando la regla para hacerme los exámenes… y nunca llegó. Quedé embarazada, sin saber cómo. No estaba ovulando, no había condiciones. Pero Dios hizo el milagro y yo no tuve que hacerme ningún examen. Fue increíble”, relató.
Su embarazo comenzó con muchos achaques. Se sentía tan mal que pensó que tenía una infección renal. 

"Fui sola al médico, me hicieron una prueba de embarazo y salió positiva. No lo podía creer”, recordó. 
Los primeros tres meses los vivió con fuertes malestares físicos, pero sin poder contarle a casi nadie por el riesgo de pérdida. Sus familiares la visitaban y ella disimulaba que estaba embarazada, porque tenía miedo de una pérdida. 

Tras superar el primer trimestre, Ortiz asegura que vivió un periodo hermoso. 

“Si no fuera por los achaques, me embarazo cien veces. Todo el mundo te chinea, te sentís divina, conectás con tu bebé, vas a las citas, escuchás su corazón... Es una ilusión constante”.

Mimi Ortiz y su hijo
Jay nació en enero de 2022, actualmente tiene tres años. 

Jay nació por cesárea, un procedimiento que Ortiz describe como doloroso y complejo. Días después del parto, comenzó a presentar una fuerte infección urinaria provocada por una bacteria en su piel, que luego afectó su lactancia. A pesar del riesgo, insistió en no suspender la lactancia y fue tratada con antibióticos intravenosos mientras su cuerpo producía leche.

Para poder salvar la alimentación de su bebé, tuvo que ser operada del busto para drenar el líquido. Aun así, con los senos recién intervenidos, siguió dando pecho. 

“Fue muy doloroso, pero yo quería crear ese vínculo con mi hijo. Y lo logré”.
Al año y medio de Jay, decidió cambiar sus implantes por unos nuevos, como le había recomendado el médico tras las complicaciones. La operación salió bien, pero un mes después, al quitarle los puntos, su cuerpo volvió a reaccionar. La misma bacteria había ingresado nuevamente, esta vez de forma más peligrosa.

“El doctor me advirtió que iba a operar, pero que no me aseguraba nada, no que yo me levantaba. Jay tenía un añito. En cuestión de horas pasé de estar en casa a tener que despedirme. Me dijeron que si la bacteria llegaba al torrente sanguíneo podía morir en un minuto. 

"Solo pensaba en Jay. Fue tan impactante para mí. Yo me levanté ese jueves pensando que era un día normal y me dijeron: 'Despídase, puede que no despierte, todo era tan irreal'", agregó. 
La operación fue un éxito, aunque tuvo que pasar 10 días internada bajo tratamiento intensivo. El antibiótico, explicó, eliminó no solo la bacteria peligrosa, sino toda su flora intestinal y defensas naturales, lo que le generó problemas de salud por meses.

“Luego del embarazo y la lactancia, estuve al borde de la muerte. Pero al ver a Jay, todo vale la pena”, afirmó con firmeza. “Mimi” valora hoy no solo haber sobrevivido, sino haber conservado su busto gracias a una reconstrucción estética realizada por el mismo cirujano.

Ese episodio, dice, cambió su vida para siempre. 

“Ahora valoro mucho más la vida. La gente me pregunta si me volvería a operar, yo les digo que ni en drogas. Ya no vivo obsesionada con la imagen. Cuando trabajaba como modelo, sí, pero hoy eso ya no me define.
“Antes yo me estresaba mucho por el futuro, ahora vivo en el presente, disfruto las pequeñas cosas, he mejorado mi relación con Dios”, confesó.

Mimi Ortiz y su hijo
Jay tenía año y medio cuando a "Mimi" los doctores le dijeron que se despidiera porque estaba al borde de la muerte.

En cuanto a su relación con Toni Costa, asegura que ambos han hablado del tema de tener hijos, pero que hoy no es una opción. 

“Por temas de salud, no puedo embarazarme todavía. Además, tenemos apenas cinco meses juntos, estamos resolviendo cosas como la distancia, nuestros trabajos. No decimos que no, pero tampoco es un sí”, subrayó. 
Ante los comentarios en redes sobre sus cirugías o su físico, no responde con enojo, sino con propósito. 

“Si Dios me dio esta exposición, no es por ego, es para servir. Si alguien me juzga por mi físico, yo trato de mostrarle otra perspectiva y sumar, en lugar de restar. Uso mi experiencia para inspirar”.
Finalmente, "Mimi" deja un mensaje para las mujeres que, como ella, han enfrentado dificultades para embarazarse o no han podido lograrlo. 

“Cada cuerpo es distinto, cada historia es única. Pero yo creo que hay un propósito en cada experiencia. Que si no podés ser mamá de una forma, tal vez lo seas de otra. Lo importante es no perder la fe y seguir luchando desde el amor”, terminó. 

Mimi Ortiz y su hijo
La creadora de contenido y segundo lugar de 'Mira quién baila' dice que ver y abrazar a su hijo es su mayor bendición. ​

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