La conexión entre Costa Rica y dos santos de la Iglesia: Juan Pablo II y Carlo Acutis
El país fue testigo de milagros que allanaron su camino hacia los altares.
Costa Rica se convirtió en un escenario decisivo en la historia de la Iglesia, al ser testigo de milagros que allanaron el camino hacia los altares para San Juan Pablo II y Carlo Acutis.
San Juan Pablo II

En abril de 2011, Floribeth Mora Díaz, costarricense y madre de cuatro hijos, fue diagnosticada con un aneurisma cerebral inoperable y terminal. Los médicos le dieron apenas un mes de vida y la enviaron a su casa para que pasara sus últimos días junto a su familia.
El 1° de mayo de ese mismo año, mientras seguía por televisión la beatificación de Juan Pablo II desde Roma, Floribeth escuchó interiormente una voz con las palabras del pontífice: “¡Levántate! ¡No tengas miedo!”. Para sorpresa de su esposo, se incorporó de la cama y afirmó sentirse bien.
Pocos días después, los exámenes médicos confirmaron lo inesperado: el aneurisma había desaparecido por completo. Su caso fue evaluado en Costa Rica y luego en Roma, donde una comisión médica del Vaticano concluyó que la curación era científicamente inexplicable.
Este hecho fue reconocido en 2013 como el segundo milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo II y abrió definitivamente el camino para su canonización. El papa Francisco lo declaró santo el 27 de abril de 2014, en una ceremonia que marcó a la Iglesia y en la que Costa Rica quedó inscrita en la historia como escenario del milagro que llevó al pontífice polaco a los altares.
San Carlo Acutis

En 2022, Valeria Valverde, una joven de 21 años nacida en Costa Rica, sufrió un grave accidente en bicicleta mientras estudiaba en Florencia, Italia. El impacto le provocó un severo traumatismo craneoencefálico, poniendo su vida en peligro. Los médicos consideraron que su condición era crítica y que sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas.
Ante la gravedad del caso, la madre de Valeria recurrió a la intercesión de Carlo Acutis, quien para ese momento ya era reconocido como beato por su vida ejemplar y su pasión por la Eucaristía. En un acto de fe, visitó la tumba del joven italiano en Asís y pidió su ayuda para la recuperación de su hija.
Ese mismo día, Valeria comenzó a mostrar signos de mejoría inesperados y, en poco tiempo, su recuperación fue completa, sorprendiendo a médicos y familiares. Los exámenes médicos confirmaron que la curación era científicamente inexplicable, cumpliendo los criterios que la Iglesia exige para reconocer un milagro.
Este acontecimiento fue reconocido oficialmente por la Congregación para la Causa de los Santos como el segundo milagro atribuido a Carlo Acutis, lo que permitió al papa Francisco aprobar su canonización. Así, Acutis se convirtió en el primer “santo milenial”, un joven cuya vida y testimonio digital conectan la fe con las nuevas generaciones.