Por Mariela Montero Salazar |14 de julio de 2025, 7:30 AM

A partir de 2026, el gobierno estadounidense aplicará un impuesto de 1% a las remesas pagadas en efectivo desde Estados Unidos hacia América Latina. La medida no afectará a las transferencias electrónicas, pero sí encarecerá los envíos tradicionales que muchos migrantes utilizan para enviar dinero a sus familias. 

Aunque el impacto directo para Costa Rica se considera bajo, expertos advierten sobre dos efectos importantes que podrían sentirse en el país.

Por un lado, hay regiones como Pérez Zeledón, Los Santos y la Zona Sur, donde históricamente ha habido una mayor migración hacia Estados Unidos. En esos lugares, muchas familias dependen de las remesas para cubrir gastos básicos, por lo que un cobro adicional podría afectar su economía.

“Costa Rica no es uno de los principales países receptores, pero sí hay zonas donde el envío de remesas tiene un peso importante. Ahí sí podría sentirse el impacto”, explicó Leiner Vargas, economista del Centro Internacional de Política Económica (CINPE) de la Universidad Nacional.

En 2022, Costa Rica recibió $575 millones en remesas, de los cuales el 68% provinieron de Estados Unidos, según el Banco Central. 

Además, Vargas señaló que el efecto del impuesto también dependerá de la situación migratoria de cada persona.

“Las primeras oleadas de ticos que migraron a Estados Unidos, en muchos casos, lograron legalizar su situación en un plazo de 10 años. Eso generó núcleos de población costarricense en algunas ciudades que hoy atraen a más personas que se quieren ir por falta de oportunidades en sus lugares de origen”, explicó.

Sin embargo, quienes migran en condición irregular enfrentan más obstáculos y son precisamente los que podrían verse más afectados por este impuesto. “Por ejemplo, cuando la persona es ilegal, está excluida de la mayoría de instituciones financieras y tiene poco margen para interactuar con el sistema. Ahí se crea una primera exclusión”, advirtió.

En estos casos, las opciones son limitadas y las familias suelen depender de empresas de remesas que trabajan en efectivo, justo las que estarán sujetas al nuevo tributo.

Aun así, el economista reconoce que el impuesto también podría abrir la puerta a otros mecanismos. “Los impuestos, por lo general, crean espacio para nuevos mercados. De primera mano, uno diría que este tipo de imposición podría fomentar mecanismos de elusión”, indicó.

Entre esas alternativas menciona el uso de tarjetas de débito o crédito para que los familiares en Costa Rica accedan directamente al dinero, así como plataformas como PayPal, pagos compartidos, o incluso criptomonedas. “Entre más formal sea el migrante, más opciones tiene para evitar enviar ese dinero como ‘remesa’”, dijo Vargas.

Pero también aclara que no todos tienen acceso a esas herramientas. “Los más informales verían una afectación directa de sus recursos, porque su única alternativa eran estas empresas de remesas y tendrían que pagar. Lo que podría pasar es que envíen menos dinero o que algunas personas decidan no migrar por esta barrera adicional”, advirtió.

Efecto regional

El segundo impacto que resaltan los expertos tiene que ver con la economía de nuestros vecinos centroamericanos y cómo eso puede golpear también a Costa Rica, así lo explica el economista Luis Vargas.

“Uno de los principales socios comerciales para Costa Rica, de hecho el segundo en importancia, es Centroamérica. Entonces, si esto afecta el ingreso de otros países de la región, sí tendría un efecto sobre el país”, recalcó Vargas.

Y no es para menos: para países como Guatemala, El Salvador u Honduras, las remesas representan más del 20% de su Producto Interno Bruto (PIB). Si ese dinero baja, el consumo interno se frena y eso significa que compran menos productos costarricenses.

Hoy, alrededor del 30% de lo que Costa Rica exporta va hacia Centroamérica. Eso convierte a la región en nuestro segundo mercado más importante, solo detrás de Estados Unidos. Además, somos parte del Mercado Común Centroamericano, un bloque que mueve más del 45% del comercio entre estos países.

Si el poder de compra en esas naciones se reduce por menos remesas, nuestras exportaciones —sobre todo en alimentos, productos industriales y manufacturas— también podrían caer.

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