Liderar también es verse: cinco espejos para comprender su forma de influir
Liderar con intención es un acto de profunda responsabilidad. No solo guiamos con nuestras palabras, sino con nuestras emociones, decisiones y silencios. Y cuando eso se hace desde la autenticidad, el impacto se multiplica.
Dra. Johanna Alvarado/ ICF Young Leader Award.
"La acción es la medida real de la inteligencia”, Napoleon Hill.
Hay días en los que un líder toma decisiones firmes sin margen de duda. Otros días, prefiere escuchar, hacer silencio y dejar que sea el equipo quien proponga el rumbo. Hay momentos en que sostiene con fuerza un timón en medio de una tormenta, y otros donde simplemente observa desde la orilla, dejando que alguien más experimente el arte de navegar.
Estas escenas no son imaginarias. Las he visto cientos de veces en líderes reales: la gerente, que un lunes debe consolar a una colaboradora en crisis, y el martes negociar con firmeza un contrato crucial. El supervisor que usualmente lidera con estructuras claras, pero que frente a un equipo nuevo, descubre que necesita primero escuchar sus historias antes de fijar metas. La directora que lleva años en su puesto y, sin embargo, sigue preguntándose si puede hacerlo mejor.
Lo cierto es que liderar no es un rol, es una manera de habitar la vida. Y esa forma de habitar tiene colores, ritmos y matices. Hoy le invito a mirar cinco espejos. No para encasillarse, sino para ayudarle a reconocer desde dónde está liderando y hacia dónde le gustaría evolucionar.
El inspirador visionario
Este estilo lo llevan quienes tienen una voz que enciende ideas y mueve emociones. Su fuerza está en la capacidad de imaginar futuros posibles y contagiar pasión. ¿Es de quienes movilizan a otros con una historia, una visión o un propósito claro?
Escena cotidiana: El jefe de proyectos que al inicio de cada ciclo habla de lo que ese resultado aportará al bienestar colectivo. No da solo tareas: da sentido.
El conector compasivo
Estas personas lideran desde la escucha, la cercanía y el servicio. Son quienes primero preguntan “¿cómo está?”, antes de “¿cómo va?” ¿Siente que su principal misión es hacer que las personas a su cargo se sientan vistas y acompañadas?
Escena cotidiana: La líder de equipo, que recuerda los aniversarios, escucha sin juicio y no teme hacer una pausa si alguien necesita contención.
El estratega estructurado
Son líderes que prosperan en entornos donde hay metas claras, seguimiento constante y responsabilidades bien delimitadas. ¿Es de quienes arman planes detallados, revisan indicadores y priorizan la eficiencia?
Escena cotidiana: El encargado de logística que organiza todo con precisión milimétrica y se asegura de que nadie quede sin instrucciones claras.
El guardián determinado
Surge con fuerza en contextos críticos. Es el liderazgo que provee seguridad, dirección y rapidez cuando el caos amenaza. ¿Su liderazgo florece en los momentos en que se necesita tomar el timón con firmeza?
Escena cotidiana: La persona que, en medio de una crisis operativa, da pasos claros y sin titubeos para restablecer el orden, asumiendo la responsabilidad total.
El navegante adaptativo
Este estilo representa el liderazgo del futuro: flexible, atento al entorno, capaz de leer las señales y transformarse según la necesidad. ¿Se siente cómodo alternando entre firmeza y flexibilidad, estructura y apertura?
Escena cotidiana: La coordinadora que, al darse cuenta de que el equipo está saturado, cambia el plan original y propone una jornada de reencuentro para reconectar antes de seguir.
¿Y usted en qué espejo se está viendo hoy?
Ningún estilo es mejor que otro. Cada uno tiene su luz y su sombra. Lo verdaderamente transformador es darse cuenta, reconocerse, y tener la valentía de elegir desde la conciencia y no desde la costumbre.
La vida nos invita a liderar de muchas formas: en la casa, en la empresa, en el aula, en los espacios comunitarios. Y mientras más aprendamos a leernos, más sabremos leer a los demás.
Cierre para el alma del líder
Liderar con intención es un acto de profunda responsabilidad. No solo guiamos con nuestras palabras, sino con nuestras emociones, decisiones y silencios. Y cuando eso se hace desde la autenticidad, el impacto se multiplica.
"Lo que la mente del hombre puede concebir y creer, la mente del hombre puede lograr”, Napoleon Hill.
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