22 de abril de 2025, 10:43 AM

Carlos Aguirre / Consultor Desarrollo Humano Estratégico.

El liderazgo corporativo es una maratón, no un sprint. Sin embargo, el ritmo que muchas organizaciones exigen a sus directivos parece estar diseñado para corredores de velocidad, no para atletas de resistencia. Recientemente, un dato alarmante ha llamado la atención: en 2023, 19 CEO (Chief Executive Officer; director ejecutivo de una empresa) fallecieron mientras aún ocupaban su cargo. Esta cifra pone en evidencia una realidad que muchas empresas prefieren ignorar: la cultura del trabajo extremo está cobrándose un precio demasiado alto.

Lejos de ser una simple estadística, esta cifra expone una realidad que durante años ha sido normalizada: el costo humano del liderazgo extremo. El arquetipo del CEO incansable —siempre disponible, resolviendo crisis y llevando sobre sus hombros todo el peso de la compañía— está mostrando señales claras de agotamiento. De ahí la pregunta: ¿hasta qué punto es sostenible este modelo?

La trampa de la hiperproductividad

Muchos líderes creen que su éxito depende de su capacidad para estar en todas partes al mismo tiempo, resolviendo crisis, atendiendo reuniones interminables y durmiendo apenas lo suficiente para sobrevivir. La trampa de la hiperproductividad los empuja a confundir horas trabajadas con impacto generado. Pero la ciencia es clara: el estrés prolongado y la falta de descanso afectan la capacidad cognitiva, la toma de decisiones y, en última instancia, la salud.

Un CEO, antes que estratega, es una persona con límites físicos y emocionales. Ignorar esto no solo perjudica al individuo, sino también al rendimiento de toda la organización. Un líder agotado pierde la capacidad de inspirar, arrastra al equipo a dinámicas nocivas y compromete la sostenibilidad de los resultados.

Un nuevo paradigma de liderazgo

La pregunta clave es: ¿cómo pueden las empresas y sus líderes cambiar esta dinámica? Algunas organizaciones ya están tomando medidas. Por ejemplo, algunos CEO han incorporado prácticas como la meditación, el ejercicio regular y la desconexión digital como parte de su rutina de trabajo. Otros han implementado modelos de liderazgo compartido, delegando más y confiando en sus equipos para evitar la sobrecarga individual.

Además, la transparencia sobre la salud mental de los líderes está dejando de ser un tabú: cada vez más ejecutivos comparten abiertamente su necesidad de descanso y recuperación; esto no solo los humaniza, también empodera a sus equipos a hacer lo mismo.

El verdadero legado de un líder

El liderazgo no se mide solo por las cifras de crecimiento o las decisiones estratégicas. También se mide por la capacidad de inspirar un modelo sostenible de trabajo. Si un CEO se convierte en el ejemplo de equilibrio, autocuidado y bienestar, toda la cultura organizacional cambiará. Un verdadero líder no se define solo por dejar una empresa exitosa ni por entregarse hasta el agotamiento, sino por formar un equipo fuerte, motivado y, sobre todo, sano.

La pregunta final es inevitable: ¿cómo queremos ser recordados? ¿Como ejecutivos que lo dieron todo hasta el último aliento o como líderes que transformaron la forma en que trabajamos para hacerla más humana y sostenible? La respuesta no solo afecta a los CEO, sino a todas las organizaciones que aspiran a un futuro más inteligente y consciente.

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