Elías cuida carros desde las 9 a. m., pero a Orotina le cuida el alma
Puntual, alegre y perseverante, este pensionado se ha ganado el cariño del pueblo con una sonrisa diaria que se volvió indispensable.
Entre el ir y venir de vehículos y el bullicio cotidiano del centro de Orotina, hay un rostro que no pasa desapercibido. Es el de Elías Abarca, un hombre de sonrisa fácil, voz alegre y mirada que transmite cercanía.
Desde hace un año, todos los días, llega puntual a las 9 de la mañana para cuidar carros en una acera del centro. Pero su labor va mucho más allá de vigilar vehículos: Elías cuida algo mucho más valioso, el buen ánimo de su comunidad.
No necesita megáfono ni uniforme. Su saludo entusiasta a cada persona que pasa, sin importar si la conoce o no, se ha convertido en parte del paisaje sonoro de Orotina. Más que una cortesía, es una declaración diaria de optimismo.
Su historia está marcada por el esfuerzo. Durante años trabajó para la municipalidad como recolector de basura y limpiando alcantarillas. Hoy, ya pensionado, sigue buscando cómo ganarse la vida con dignidad. Lo hace en la calle, donde se ha ganado el cariño incondicional de vecinos, comerciantes y transeúntes.
Tan querido es, que hasta el sacerdote del pueblo lo saluda con afecto. Reconoce en él a alguien que, desde la sencillez, aporta algo fundamental a la vida del cantón: humanidad.
Elías no busca cámaras ni aplausos. Pero su constancia, su buena energía y su ejemplo silencioso hablan por sí solos. Porque en cada “buenos días” que lanza al viento, no solo cuida carros. Cuida a su gente.
Repase su historia en el video que aparece en la portada de este artículo.