La soprano que dejó huella: el legado de Amelia Barquero en la cultura nacional
Su voz y su legado siguen resonando en cada estudiante, en cada nota y en cada rincón de la cultura costarricense.
Desde pequeña, la música marcó el rumbo de su vida. Amelia Barquero creció rodeada de sonidos y melodías gracias a su madre, Aura Trejos, quien la acercó al piano, el acordeón y la dulzaina. Ese amor por el arte la llevó a ser elegida por el Maestro Arnoldo Herrera para ingresar al Conservatorio de Castella, donde recibió una formación artística integral (ver nota completa en el video adjunto).
Fue la primera graduada del Conservatorio en Ciencias y Letras con especialidad en Música. Más tarde, obtuvo su licenciatura en canto en la Universidad de Costa Rica. Su talento y disciplina le valieron múltiples reconocimientos, entre ellos uno otorgado por la Universidad Autónoma de Centro América (UACA), además de muchos otros a lo largo de su carrera.
Como cantante lírica, brilló en óperas y conciertos. Su interpretación de “Tres canciones para soprano y orquesta” le mereció el Premio Nacional de Música. Fue también la primera mujer en recibir el Premio “Reca” Mora, y su imagen quedó inmortalizada en una estampilla de Correos de Costa Rica. Su legado fue reconocido oficialmente con su ingreso a la Galería de la Mujer del INAMU, por su impacto en la música y la cultura del país.
Pero más allá de los aplausos, su mayor legado ha sido la docencia. Amelia enseñó en distintas instituciones y formó a nuevas generaciones de músicos. En 1975, participó en la creación del CIDEA en la Universidad Nacional, donde además fundó su primer coro.
Tras múltiples giras, conserva en su hogar una colección de recuerdos y objetos que cuentan la historia de una vida entregada al arte.
Su último concierto lo ofreció en el Teatro Nacional, un escenario que siempre llevó en el corazón y que se convirtió en el punto final de su carrera sobre los escenarios.
Amelia ha roto barreras, abierto caminos y dejado huella. Su historia no solo inspira, sino que demuestra que el arte tiene el poder de transformar vidas. Su voz y su legado siguen resonando en cada estudiante, en cada nota, y en cada rincón de la cultura costarricense.