Por Diana Vásquez |24 de abril de 2025, 18:55 PM

En lo profundo del pintoresco pueblo de Chambacú, donde el aire es más limpio y las mañanas despiertan con el canto de los gallos, vive don Eladio Varela, un hombre cuya vida está tejida con los hilos de la tierra, el ganado y la tradición (ver nota completa en el video adjunto). 

Conocido con cariño como “Sandía”, este campesino de rostro sereno y manos curtidas representa la esencia del trabajo rural y la conexión con la naturaleza.

Don Eladio ha dedicado toda su vida al campo. Su día comienza antes de que salga el sol, cuando el silencio aún cubre el pueblo y solo se escuchan los primeros trinos. Con una rutina que ha repetido por décadas, se prepara con su cubeta y su banquillo para ordeñar a sus dos fieles vaquitas. La leche que obtiene la transforma con paciencia en productos frescos que luego reparte entre sus vecinos, manteniendo viva una cadena de producción artesanal que parece resistirse al paso del tiempo.

Observarlo trabajar es casi como asistir a una danza precisa y silenciosa. Sus movimientos son firmes, pero suaves, producto de una práctica que ya es parte de su naturaleza. A pesar de nuestra curiosidad y entusiasmo, los intentos por imitarlo resultaron en unas pocas gotas de leche, provocando una mezcla de risas y comentarios por parte del experimentado campesino, quien no pierde la oportunidad de compartir con humor su sabiduría.

Pero don Eladio no solo es un maestro del ordeño. Es también un guardián de la memoria viva de Chambacú. Ha visto el pueblo transformarse, crecer y adaptarse a los nuevos tiempos. Recuerda cuando las calles eran de tierra y los niños jugaban descalzos en los caminos. Con voz pausada, va hilando recuerdos que pintan un retrato íntimo de una comunidad que aún conserva su espíritu rural.

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