Se levanta antes del sol y vende frijoles puerta a puerta: el legado de Rufino
El campo le enseñó el valor del trabajo duro. Hoy, su ejemplo sostiene a toda una comunidad y siembra identidad en tiempos de prisa.
Rufino Fajardo es un agricultor que llegó a Costa Rica hace varias décadas desde El Salvador. Desde entonces, convirtió la tierra en su forma de vida y en el sustento principal de su familia. Cada mañana, antes de que amanezca, se alista para una jornada de trabajo que inicia entre surcos, frijoles y maíz.
Pero su labor no termina con la cosecha. Cuando los productos están listos, recorre las calles de su comunidad para vender frijoles frescos, recién cosechados. Su figura es conocida en los barrios cercanos, donde muchos valoran no solo la calidad de su producto, sino también el esfuerzo que hay detrás de cada grano.
En casa lo espera Hortensia López, su esposa, junto a sus hijos y nietos. Su familia ha sido testigo del sacrificio que implica vivir del campo, sobre todo cuando las condiciones no siempre juegan a favor. Sin embargo, Rufino nunca ha bajado los brazos. Su compromiso con el trabajo y con brindar lo mejor a los suyos ha sido constante.
Más allá del cultivo, su historia encarna valores fundamentales: lucha, perseverancia y dedicación. En un mundo que gira cada vez más rápido, su rutina —sencilla pero intensa— nos recuerda que los agricultores son pieza clave en la vida cotidiana.
Rufino no busca reconocimientos ni reflectores, pero su ejemplo habla con fuerza. Es uno de esos rostros que, sin fama ni títulos, siembran mucho más que alimentos: siembran esperanza, identidad y futuro.
Conozca su historia en el reportaje que está en el video de la portada.