Por Diana Vásquez |1 de agosto de 2025, 18:55 PM

Cada mañana, con paso firme y el corazón rebosante de gratitud, Doña Ana Porras recorre el mismo camino que ha transitado durante décadas: desde su hogar hasta el Santuario de la Virgen de los Ángeles. Para ella, no hay mayor consuelo que elevar sus oraciones a La Negrita, a quien atribuye múltiples favores concedidos a lo largo de su vida.

Uno de esos favores marcó su historia para siempre. Años atrás, Doña Ana fue diagnosticada con cáncer de mama. En medio del temor y la incertidumbre, puso su salud en manos de la Virgen, a quien rogó con fe profunda por su recuperación. Hoy, completamente sana, no tiene dudas: fue la intercesión de la Patrona de Costa Rica la que obró el milagro. Desde entonces, su fe se volvió aún más firme, activa y agradecida.

Desde su infancia, ese templo ha sido su refugio espiritual. Entre el aroma de las velas y el silencio de los fieles, ha construido un vínculo íntimo con la Virgen. No solo ora por ella y por su familia, sino también por quienes —como ella un día— necesitan consuelo, fortaleza y esperanza.

Pero su gratitud no se queda en palabras. Cada año, durante los Festejos Patronales de Salitrillos, Doña Ana ofrece su tiempo y talento como cocinera voluntaria. Se entrega con entusiasmo a la cocina, donde prepara arroz con pollo, tamales y otras comidas típicas para quienes llegan a celebrar. Cada platillo, cada jornada en el fogón, es una ofrenda de fe, una forma de servir y de agradecer.

Su historia es reflejo del fervor que se respira en muchos rincones del país, donde la fe se convierte en acción, en comunidad y en compromiso. Agradecida, honrada y convencida de su camino espiritual, Doña Ana Porras encarna la esencia del fervor costarricense: una mezcla de amor, servicio y una fe que se fortalece con cada paso, cada oración… y cada milagro recibido.

Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada de este artículo.

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