La fe no tiene fronteras: esta comunidad celebra su propia romería
La comunidad de Guadalajara de Buenos Aires honra a La Negrita con una peregrinación local que une generaciones, promesas y fe viva, a más de 300 kilómetros del santuario principal.
Descalzos, en sandalias o incluso en tacones. Así emprenden su marcha cada 2 de agosto los vecinos de Guadalajara de Buenos Aires de Puntarenas. No caminan hacia Cartago, pero sí hacia una misma devoción: la Virgen de los Ángeles.
Desde hace más de tres décadas, esta comunidad del sur de Costa Rica vive su propia romería. Lo hace por amor profundo a La Negrita, que encontró en este pueblo una segunda casa. La distancia o la edad no impiden la fe. Por eso nació esta peregrinación local: una caminata de 20 kilómetros que reúne a familias, amigos y vecinos para agradecer, pedir y renovar promesas.
Durante la jornada, los cánticos resuenan entre cafetales y caminos de lastre. No hay que ir al Santuario Nacional para sentir la presencia de la Virgen: basta con el corazón dispuesto y la fe compartida.
La romería culmina con una fiesta que mezcla tradición y espiritualidad. Concursos, platos típicos, oraciones y testimonios de milagros vividos llenan de sentido cada rincón del pueblo. Cada detalle busca rendirle homenaje a esa madre celestial que, como afirman los vecinos, “nunca abandona a sus hijos”.
En Guadalajara, La Negrita es parte del alma del lugar. Es guía, consuelo y esperanza de quienes siembran, luchan y agradecen. Porque en este rincón de Puntarenas, más allá de medirse en kilómetros, la romería se mide por la intensidad del amor.
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