Por Rubén McAdam |19 de agosto de 2025, 18:55 PM

En el centro de Turrialba, el sonido metálico de una llave inglesa golpeando un motor se mezcla con el olor a aceite y gasolina. Ahí, entre herramientas bien ordenadas, trabaja don Miguel Aguilar, conocido por todos como “El doctor de carros”. Tiene 91 años y sigue reparando vehículos como si el tiempo nunca hubiera pasado.

Su historia comenzó a los 20 años, cuando un tío lo introdujo al mundo de la mecánica. Desde joven, le fascinaba la inteligencia de quienes construían y armaban motores. Quería entender cada pieza, cada tornillo y cada sistema que daba vida a un vehículo.

Con el tiempo descubrió que reparar un carro era un desafío mayor que construirlo: requería intuición, ingenio y creatividad para diagnosticar problemas y encontrar soluciones. Convencido de que esa sería su vocación, decidió dedicarse a arreglar automóviles, de forma empírica pero con la disciplina y el compromiso de un profesional.

Su taller está justo debajo de su casa. En la planta baja, el espacio huele a grasa y gasolina; en la de arriba, comparte la vida con su familia. El negocio lo administra junto con uno de sus hijos, pero él sigue al frente de muchas reparaciones, supervisando, ajustando y dejando cada motor como nuevo.

A sus 91 años, don Miguel no solo conserva su destreza física, sino también su agudeza mental. Maneja la computadora con la misma soltura que un joven y mantiene una curiosidad intacta por las nuevas tecnologías.

Su vida es prueba de que la pasión, la disciplina y el amor por un oficio no tienen fecha de vencimiento. Don Miguel Aguilar es, sin duda, un ejemplo vivo de que la experiencia y la constancia son herramientas tan valiosas como cualquier llave inglesa.

Le invitamos a conocerlo de cerca en el video que aparece en la portada de esta nota.

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