¿Mito o realidad? Peréz Zeledón es el cantón de las mujeres solas
Tras décadas de migración masculina hacia Estados Unidos, el cantón vive un presente distinto, con desarrollo económico y familias que ya no dependen de despedidas prolongadas.
A pocas cuadras del parque central de Pérez Zeledón, en una casa rodeada de plantas y con aroma a café recién hecho, vive doña Ana Sánchez. Generaleña de nacimiento, comparte su hogar con su hija Rebeca y su tía. A primera vista, la escena podría confirmar aquel apodo que marcó por décadas al cantón: “el de las mujeres solas”.
Doña Ana sabe bien de dónde viene ese calificativo, porque lo vivió de primera mano. Relata que el apodo surgió en la década de 1980, cuando la situación económica en la zona era muy distinta a la actual. Con pocas fuentes de empleo y oportunidades laborales limitadas, muchos hombres migraban a Estados Unidos en busca de mejores ingresos. Algunos regresaban después de temporadas, pero otros no volvían jamás.
En su propia familia, todos sus hermanos se marcharon y nunca regresaron. Su esposo de aquel entonces también se fue, pues la oferta de trabajo local era mínima. Rebeca, su hija, creció acostumbrada a esa dinámica y recuerda que su padre viajaba constantemente al extranjero, mientras muchas de sus amigas del colegio vivían experiencias similares.
“Se iba y volvía… así pasaba. Y era igual con los papás de muchas de mis compañeras”, comenta.
Con el paso de los años, el panorama cambió. Aunque las cifras oficiales indican que el desempleo sigue siendo relativamente alto, el desarrollo económico y la diversificación de actividades han reducido la necesidad de migrar. Hoy, cada vez más familias logran mantenerse unidas en el cantón.
Doña Ana y Rebeca coinciden en que aquel mote de “cantón de las mujeres solas” ya no refleja la realidad. “Eso quedó atrás. Ahora hay oportunidades y aquí en Pérez hay hombres… vea nada más la cantidad que encontramos en el parque”, dice Ana entre risas.
Pérez Zeledón sigue siendo tierra de mujeres fuertes, trabajadoras y resilientes, pero ya no están solas. Ahora comparten sus vidas con hijos, esposos, hermanos y vecinos en una nueva historia, donde el nombre del cantón se asocia más con esperanza que con ausencia.
Le invitamos a repasar el reportaje completo en el video que aparece en la portada de este artículo.